Monday, November 24, 2008

Madrid




“Iba paseando por la Gran Vía; espacio urbano por excelencia, observando la arquitectura y esculturas, todas bañadas por la luz del atardecer. Las calles estaban vacías, cosa extraña en Madrid.
El momento parecía sacado de un cuento, ningún coche haciendo ruido, dos personas resguardadas a la sombra, helados y botellas de agua, nada de lo típico en Madrid… Aunque es lo que tienen las tardes de agosto, cuando el calor asfixia a cualquiera.
En momentos como estos uno piensa que un rato de lluvia estaría bien, poder sacar el chubasquero, abrocharse sus botones, ponerse la capucha…
En esos días de calor apetece irse al campo, a un espacio abierto para ver el atardecer acompañado por alguien o solo, por qué no.
Volvemos a Madrid, un Madrid casi abandonado por la ola de calor. ¡Qué triste! ¿No?”

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