Saturday, April 18, 2009

Corpus delicti

¿Cadáver su señoría?
¿Qué cadáver?
¿Cuerpo?
¿Asesinato?
¿Pero de qué diablos estamos hablando? No entiendo. ¿Qué cuerpo? No hay cuerpo.
Noy hay corpus delicti, su señoría, y, como muy bien sabrá su señoría, si no hay corpus delicti. no hay crimen, y, si no hay crimen, no hay criminal.
¿Misstres Lawrence? ¿Qué le hace suponer que haya muerto? ¿Qué le hacesuponer que no se ha ido por ahí con un amante, que no ha emprendido un largo viaje por sorpresa perseguida por un chantajista que le ha descubierto pecados de juventud, que no anda vagando por el Soho víctima de un repentino ataque de amnesia, que no la han abducido los marcianos de H. G. Wells? Por ese lado, no me va a pillar, su señoría, lo siento. Pruebe por otro lado.

Bueno, imaginemos que lo consigue. Imaginemos que alguien puede encontrar los restos mortales de mistress Lawrence. Imaginemos (que ya es muchgo imaginar) que se descubre que fui yo quien le pegó el tiro. ¿Sabe por qué lo hice, su señoría? ¿Sabe por qué lo he hecho?
¡Para beberme su sangre!
Así, con tremendo vozarrón de predicador en el púlpito, con envolventes ecos de catedral.
¡La he matado para beberme sus sangre!
-¿Quéee?
Mire usted lo primero que hago cuando la tengo a mi merced. Observe. Ante todo, corto la hemorragia con el algodó hidrófilo. Meto por el agujero de la bala grandes cantidades de algodón, tanto como es posible hasta que la sangre deja de manar. No deja de manar porque continúa saliendo por su boca. Bueno, da igual. Levanto en brazos a lo que queda de mistree Lawrence y la pongo boca arriba sobre la mesa. Dejo que su cabeza cuelgue hacia el suelo. Es una muñeca rota, sin pudor ni morales, abierta de brazos y piernas, indolente, indiferente a cualquier cosa que se le pueda hacer. (...)
Y, con mucho cuidado , con infinito cuidado de no mancharme el traje o los zapatos, arrimo el vasito a la fuebte y dejo que se llene.
Y me lo bebo.
De prisa, de prisa, antes de que se coagule.
Sí señor, oh Díos mío, su señoría, me lo bebo.
No se puede imaginar cómo lo necesitaba. Me lo bebo gluc, gluc, gluc, de una sentada. Y el cuerpo me pide más, el ansia me exige más.(...)
Necesito beber sangre desde que me clavé las cerdas metálilcas de aquel cepillo, siendo pequeño. No quería que mis padres se enterasen. Me ahbían dicho: "No juegues con ese cepillo, que te vas a hacer dañoñ", y yo los había desobedecido, y me había hecho daño. De manera que saqué mucho la lengua y me lamí con delectación aquel fluido que me embadurnaba el dedo.


Corpus delicti. Andreu Martín.
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Es increible como se mete en la piel de este personaje que está como una puta cabra. Acongojante.

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